martes, 13 de noviembre de 2012

Esclavo de sus generos ?¿?


Hola queridos estimados estimadísimos, amigos que siguen mi blog...
Hoy quiero compartir con ustedes la publicación de un blog que buscando buscando encontré y me pareció muy buena esta publicación, visítenlo esta muy buena
www.cinefagos.com
Pero bueno sin mas rodeos y alabanzas a tal estimado que escribió esto lo publicare yo, aquí les va!!!


La esclavitud de los géneros

Sin duda alguna, el cine nació como un documento. Ciertos camarógrafos situaron la cámara delante de la puerta de salida de una fábrica o de una capilla, y fijaron para siempre el trasiego de gente que se cruzaba delante del objetivo, obteniendo, quizá sin proponérselo  una imagen nítida de un tiempo y de una sociedad concretas. Otros pusieron la cámara no en una posición lateral del paso de un tren, sino casi delante de la vía y, además de provocar el pánico entre los asistentes al documento, descubrieron casi por azar el poder de la profundidad de campo. Más adelante, los magos de la imagen comenzaron a presionar sobre los límites de la imagen y de la ilación entre las imágenes, colocando elementos escenográficos teatrales delante del objetivo, cambiando la altura de a cámara en su eje, superponiendo planos y cortando entre los planos de la forma más expresiva posible. Y, de forma inevitable, queriendo el cine sustituir a la literatura como narradora de historias (¿acaso lo ha conseguido? Yo creo que no), ante los diferentes tipos de historias que intentaban contarse, fueron surgiendo las convenciones visuales, técnicas y narrativas que poco a poco cristalizaron en los géneros cinematográficos.


Examinemos, siquiera someramente, las rutinas de un género como el negro:
-Planos contrapicados que permitan ver los techos, como un elemento opresivo, y que a su vez permitan una gran profundidad de campo, para jugar con los claroscuros que proporciona una escenografía densa y atmosférica.
-Una dirección de fotografía de alto contraste, en el que los negros sean muy negros, y las luces muy intensas, frecuentemente con un primer término muy diferenciado del resto, que también sea susceptible de dejar parte del plano fuera de foco.
-Un empleo de la cámara febril, en el que los movimientos de cámara sean frenéticos, y en el que la estabilidad horizontal se rompa incluso con planos aberrantes, sorpresivos movimientos de grúa y una ordenación sinuosa de los elementos que ordenan el cuadro.
-Una caracterización extrema de los personajes, y una dirección de actores que linde peligrosamente con la sobreactuación.
-Un empleo agresivo del sonido, con una colección de ruidos acerados, amenazantes o disonantes, que incomoden perpetuamente al espectador.
Ninguna de estas rutinas puede aplicarse a un género como el melodrama o la tragedia, en los que las formas han de ser (repito “han de ser”) más contenidas, más implosivas que explosivas, más sugeridas que mostradas. Pueden acercarse, eso sí, a un género como la sci-fi, en el que los relatos negros paracen implementarse con bastante naturalidad, pero también pueden desvirtuar gran parte de los presupuestos filosóficos de un género tan anímico como el sci-fi.


En realidad, todos hemos visto ya tanto cine que sabemos perfectamente cuáles son los mimbres que sujetan un relato, y los tonos genéricos con los que nos es servido nos los sabemos de memoria. ¿Es esto todo lo que puede dar el gran arte del cine? Yo creo que no. Un director con un gran sentido visual y sonoro creará unas imágenes para un filme bélico, por ejemplo, que en parte beban de su tradición, pero también las llevará mucho más allá, a un territorio que sólo a él le pertenezca y que no podrá ser imitado, ni siquiera homenajeado sin caer en la parodia, porque realmente la imagen y el sonido que la arma es absoluta, y las modas comerciales, las etiquetas genéricas o las convenciones narrativas la lacra de todo arte con futuro.

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